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Estos días circula por internet y en varias revistas el elevado sueldo que cobran alguno de los participantes de GH Vip – supuestamente más de 50.000€ semanales – por convivir entre ellos, a modo de zoológico humano, para deleitarnos con sus dimes y diretes televisados en 24×7 y resumidos diariamente. Belén Esteban y Kiko Rivera son los concursantes más atacados por ello ya que sus honorarios son los más elevados y, lógicamente, indigna a cualquiera con un mínimo de sentido común y más aún al que, con sentido común o sin él, no tiene trabajo ni pensión ni sustento. Mientras esa persona intenta por todos los medios seguir adelante, intentando encontrar un trabajo para pagar unos mínimos básicos que parecen ahora máximos inalcanzables, asumiendo que probablemente nunca volverá a su ‘estable’ vida anterior y que debe hacer un esfuerzo mayor para tener un beneficio cada vez más escaso, ¡esa persona! enciende la televisión y se contenta con ver las vivencias de cuatro famosetes de tres al cuarto, de gente que tuvo sus quince minutos de gloria e intenta recuperlos como sea, de artistas con un pasado en la música y un presente en los platós, de toreros desconocidos por su arte, de chonis y tronistas, de princesas del pueblo o de supuestos Dj’s hijos de. Estos días, esa persona estará indignada ya que comprobará como el poco esfuerzo de estos personajes les reporta un sueldo más que digno. Un salario por levantarse, hacer vida dentro de una casa, realizar algunas pruebas, charlar con gente, meterse en un jacuzzi y dormir. Un sueldo por vivir sin trabajar.
Pues me dirijo tí, esa persona indignada y consternada, ¡¡LA CULPA ES TUYA!! Eres el responsable de esos sueldos, supuestamente, tan elevados. Telecinco es una empresa privada que se nutre, básicamente, de publicidad y puede pagar a sus ‘empleados’ el sueldo que les dé la gana. Todo depende de la audiencia que tengan sus programas y que venderán al mejor postor para incluir el producto que tú, como consumidor, quieren que adquieras. Si GH Vip revienta las audímetros – esos extraños aparatos que poseen algunas personas en su hogar pero que nadie conoce a nadie que tenga uno, y si no, que levante la voz – y las empresas deciden insertar sus reclamos, es porque gente como tú sigue consumiendo estos shows. Os quejáis de los valores que representan sin perder un segundo de lo que sucede. Alimentáis su maquinaria interviniendo a través de redes sociales, votando por móvil y visionando sus debates que se reparten a lo largo y ancho de su franja televisiva. Si realmente estás indignado por lo que cobran, puedes dejar de fomentar este tipo de injusticias con el simple acto de apretar un botón. Así que cambia de canal, o mejor aún, apaga el televisor. Nunca fue tan fácil rebelarse.
¿Lo has hecho?, ¿has sido capaz de apagarlo? Seamos sinceros, ¡no! ¿Porqué? Porque te gusta, te encanta, estás enganchado. Quieres ver a quién expulsan esta semana y poder ser partícipe de ello; tener ese poder. Necesitas satisfacer tu gusanillo interior con alguna riña o disputa semanal. Ansías el momento de ver cómo ese famoso al que odias o admiras se convierte en una persona normal como tú. Ver a esa gente en instantes de realidad enlatada y vendida cual supermercado te evade de la tuya propia. Hace que desconectes por un instante. Y, ¿qué se podría hacer? Una solución que se me ocurre sería prohibir este tipo de shows por ley. Pero claro, la conocida ‘Ley de liberad de expresión’ – Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos o Artículo 20 de la Constitución Española – interviene y antes de poder articular una premisa, ésta se viene abajo. Así que la segunda solución que me viene a la cabeza sería educar.
La educación es un pilar base para formar una sociedad próspera y libre pensante. En las escuelas se imparten materias y temarios que nos hacen tener una ligera idea del mundo en el que vivimos pero que sólo es información. Descripciones, detalles y explicaciones de cómo funciona nuestro planeta o nosotros mismos. Pero también debemos darles – nosotros, como padres – una formación que les haga ser críticos. Unos valores que desarrollen su intelecto y les permitan cuestionarse todo lo que les rodea; incluida nuestra educación. Para ello, resultaría conveniente no ayudar a convertirlos en borregos de un sistema totalmente manipulador y titiritero que busca distraerte para que no pienses. Habría que mostrarles que hay algo más allá de lo que se ve en televisión, nuestro moderno pan y circo romano, y alejarles en lo posible de ella. Y ya no hablo únicamente de GH Vip en concreto, me refiero a programas para masas – realities, fútbol, tróspidos, sección deportes en telediarios,… – donde no se ejercita más músculo que el de la lengua dejando al cerebro castigado en su habitación. Puede parecer un hecho insignificante pero si tu hijo es capaz de crecer sin la influencia de Belén Esteban, Cristiano Ronaldo o Kiko Rivera puede que en un futuro no quiera convertirse en uno de ellos. Puede que prefiera ser escritor, ingeniero, informático o farmacéutico. Puede que sepa arreglar sus problemas sin que haya una cámara de por medio y dinero como recompensa. Puede que se convierta en la persona que él quiera y no otro consumidor más. La decisión es tuya, la tienes al alcance de tu pulgar, y espero que no sea demasiado tarde para que ellos hayan conquistado tu personalidad definitivamente.
Apaga y vámonos!!